Desde los inicios de la humanidad, la seguridad es una de las principales necesidades y preocupaciones del ser humano. A lo largo de los siglos, las civilizaciones han buscado formas de protegerse frente a riesgos como fenómenos atmosféricos, accidentes o enfermedades. Este imperativo por sentirse protegido y garantizar el bienestar ha dado lugar al desarrollo de sistemas de prevención y protección cada vez más organizados. La historia del seguro, tan antigua como la noción misma de riesgo, refleja cómo la humanidad ha ido adoptando estrategias para enfrentarse a las adversidades.
Prácticamente desde el momento en que surgieron las primeras civilizaciones, los seres humanos comenzaron a crear sistemas rudimentarios de protección colectiva. Ejemplos de esto se encuentran en antiguas culturas como la babilónica, egipcia, romana, griega y azteca, que implementaron acuerdos para repartir los riesgos entre comunidades y garantizar cierta estabilidad ante los percances.
Reflexionar sobre la historia de los seguros es explorar cómo hemos respondido los humanos a la necesidad de afrontar lo desconocido. Más allá de ser un sistema práctico, representa un ejemplo claro de nuestra capacidad de organización y previsión, clave para construir sociedades más modernas, estables y resilientes.
Los orígenes del seguro
Los primeros indicios de lo que hoy conocemos como seguros se remontan a la antigua civilización de Mesopotamia, donde comenzaron a surgir mecanismos básicos para proteger a los comerciantes y sus bienes frente a los riesgos a los que se enfrentaban en sus actividades. Uno de los ejemplos más representativos de esta etapa inicial se encuentra en el Código de Hammurabi, la primera compilación de leyes que se escribió en la Historia. Creado alrededor del 1750 a.C., incluía disposiciones para repartir los riesgos entre los comerciantes.
Y es que dentro de este código podemos encontrar prácticas como el «préstamo a la gruesa ventura», un sistema en el que los comerciantes recibían financiamiento para sus mercancías, mientras que el prestamista asumía las pérdidas si estas no llegaban a su destino debido a robos o desastres naturales. Este método rudimentario no solo ofrecía protección, sino que también incentivaba el comercio al reducir los temores asociados a los viajes y al transporte de bienes.
En paralelo, otras culturas desarrollaron sistemas similares para minimizar riesgos. Por ejemplo, los mercaderes chinos distribuían sus bienes en varias embarcaciones, de modo que, si una de ellas naufragaba, las pérdidas se repartían entre todos los comerciantes involucrados. Estas estrategias preventivas muestran cómo diferentes civilizaciones encontraron soluciones ingeniosas para enfrentar los desafíos de la época. Aunque primitivas, estas iniciativas sentaron las bases para la evolución de los seguros.
El nacimiento del seguro: Grecia y Roma
En la Antigua Grecia, alrededor del año 1000 a.C., surgieron asociaciones que pueden considerarse precursoras de las mutualidades modernas. Los «Erandi» o «Eranoi» eran redes de apoyo mutuo, donde los miembros contribuían a un fondo común para brindar asistencia económica a los socios y a sus familias en momentos de necesidad. Este fondo se utilizaba para cubrir emergencias, ofrecer préstamos, organizar funerales o celebraciones religiosas, y reflejaba un profundo sentido de solidaridad y confianza mutua en una sociedad que carecía de sistemas de bienestar social.
En Roma, la protección frente a los riesgos también adquirió un enfoque social y comunitario. Allí se consolidaron las collegia funeraticia, asociaciones que ofrecían una solución organizada para cubrir los costos funerarios. Los miembros de estas sociedades contribuían con cuotas regulares, asegurándose así un entierro digno en caso de fallecimiento, algo de gran importancia en la cultura romana.
Además, existían otras asociaciones similares, como los collegia militium, dirigidas a los soldados. Estas agrupaciones funcionaban como un primitivo seguro de vida y accidentes, proporcionando compensaciones a los militares heridos o a las familias de aquellos que perdían la vida en combate. Este sistema garantizaba el bienestar de los soldados y sus allegados, reconociendo el sacrificio que suponía el servicio militar.
Estas innovaciones en Grecia y Roma no solo reflejan su creciente preocupación por mitigar riesgos, sino que también establecieron los cimientos de los seguros tal como los entendemos hoy. Incluso el lenguaje moderno del sector tiene raíces en estas civilizaciones: se considera que la palabra «póliza» puede derivar del griego apodiksis (demostración o prueba) o del latín pollicitatio (promesa), simbolizando el compromiso y la seguridad que estos sistemas ofrecían a sus participantes.
Edad Media: La primera póliza de seguro
Durante la Edad Media, las ciudades comerciales de Génova y Venecia desempeñaron un papel clave en la evolución de los seguros, especialmente en el ámbito marítimo. Estas urbes, con un comercio internacional en auge, desarrollaron sistemas que ofrecían a los comerciantes una protección eficaz frente a las pérdidas asociadas al transporte de mercancías por mar. Este avance fue fundamental para el crecimiento del comercio global, ya que permitió a los mercaderes asumir riesgos sin temor a grandes pérdidas.
El funcionamiento de estos seguros marítimos se basaba en la emisión de pólizas que detallaban las condiciones bajo las cuales se indemnizaría a los comerciantes en caso de siniestros como naufragios o robos. Estas pólizas no solo brindaban tranquilidad a los involucrados, sino que también impulsaron una mayor inversión en rutas marítimas y estimularon el desarrollo económico de la época.
La póliza de seguro marítimo más antigua
El primer registro histórico de una póliza de seguro marítimo se remonta a 1347, en Génova. Este documento aseguraba un cargamento transportado entre Génova y Mallorca, marcando un hito en la formalización de los contratos de seguro. Este modelo no solo representó un paso importante hacia la estandarización de los seguros, sino que también reflejó la creciente importancia de la protección financiera en un comercio en plena expansión.
A partir de este momento, la regulación y el desarrollo de los seguros marítimos comenzaron a tomar forma a través de diversas ordenanzas y tratados. Un ejemplo notable es el “Llibre del Consolat de Mar”, un manuscrito del siglo XV que recopila las normas del derecho marítimo mediterráneo y que se conserva en el Archivo Biblioteca Municipal de Valencia. Asimismo, ciudades como Barcelona en el siglo XV, y Burgos y Sevilla en el siglo XVI, implementaron ordenanzas que regulaban el transporte de mercancías y fortalecían la seguridad en el comercio.
España desempeñó un papel fundamental en la consolidación y expansión de los sistemas de seguros durante la época de los grandes descubrimientos y el comercio transoceánico. Tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, el comercio marítimo entre España y el Nuevo Mundo se convirtió en un eje central de su economía.
Estos avances sentaron las bases para el sistema de seguros modernos. La necesidad de protección frente a los riesgos impulsó la creación de herramientas legales y económicas que garantizasen el progreso del comercio y la estabilidad de las sociedades. Pero no fue hasta el siglo XVII, tras el Gran Incendio de Londres de 1666, cuando se crearon las primeras compañías de seguros modernas. Todo un hito en la historia de los seguros que trataremos en la segunda parte de esta fascinante historia del seguro.
En la Correduría de Seguros José Silva hacemos fácil lo complejo. Ponte en contacto con nosotros.
© José Silva Correduría de Seguros 2024.