La Inteligencia Artificial la utilizamos, desde hace tiempo, en diversas aplicaciones y herramientas cotidianas como los teclados predictivos de los smartphones, el corrector ortográfico de Word, los traductores de texto o el motor de búsqueda de Google. Ahora toma relevancia también en las Comunidades de Propietarios.
La IA hace referencia a la capacidad de las máquinas y los sistemas informáticos de realizar tareas que, hasta “ayer mismo”, solo podían ser desempeñadas por personas. Es una tecnología capaz de aprender y mejorar a través de la experiencia, sin intervención humana directa.
Su aplicación puede ayudar en la optimización de múltiples tareas y actividades como la gestión de reservas de espacios comunes, control de accesos, detección temprana de averías en las instalaciones, identificación de necesidades de mantenimiento preventivo y otras que van surgiendo a diario. La implementación de tecnologías basadas en Inteligencia Artificial también puede aportar beneficios económicos y medioambientales a las comunidades, como la reducción del consumo energético o la optimización en el uso de recursos. Incluso puede contribuir en la toma de decisiones y en la mejora de la experiencia de los propietarios y vecinos.
Sin embargo, como en cualquier otra tecnología, la Inteligencia Artificial también implica obligaciones y responsabilidades que emanan de la protección de los datos de carácter personal, la capacitación de los profesionales en el uso de estas tecnologías y, por supuesto, los ciberriesgos.
¿Cómo funciona la Inteligencia Artificial?
Su articulación resulta difícil de comprender para mentes analógicas y fácil de manejar para las generaciones digitales acostumbrados al procesamiento de grandes cantidades de datos y la aplicación de algoritmos y modelos matemáticos con el fin de encontrar patrones y relaciones entre ellos. Incluso utiliza redes neuronales artificiales para simular la forma en que el cerebro humano procesa y analiza la información.
La IA la encontramos en los asistentes virtuales como Siri o Alexa, sistemas de recomendación personalizados de plataformas tipo Netflix o Amazon. Y recientemente la aparición de Chat GPT y DALL-E 2 ha supuesto que la inteligencia artificial sea más accesible y relevante para el gran público.
Por si ofrecía alguna duda a los nostálgicos de otros tiempos, no se trata de una moda o una tendencia pasajera. Estamos ante una tecnología en constante evolución y crecimiento, con un gran potencial para transformar diferentes ámbitos de la sociedad y supuestamente mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios.
¿Cómo puede ayudar la Inteligencia Artificial a las Comunidades de Propietarios?
De igual manera que ocurrió con otras herramientas físicas o tecnológicas, la Inteligencia Artificial está cambiando la gestión de las Comunidades de Propietarios y progresivamente se introducirán nuevas funciones, en paralelo al desarrollo tecnológico de los ciudadanos. En la actualidad ya es habitual su aplicación en edificios comerciales y residenciales para:
- Analizar imágenes de cámaras de seguridad y permitir el acceso solo a personas autorizadas. Los sistemas de reconocimiento facial pueden identificar a los residentes y visitantes, lo que garantiza una mayor seguridad en la comunidad ante intrusos y un mayor riesgo de ciberdelincuencia.
- Monitorización de instalaciones, como los sistemas de climatización, iluminación y agua para detectar posibles averías antes de que se conviertan en siniestros. El hackeo de las instalaciones podría dejar sin servicios a un edificio.
- Analizar los datos de la comunidad y tomar decisiones sobre el consumo de energía, el uso de recursos y la satisfacción de los vecinos. Riesgo de manipulación de la información para uso delictivo.
Los Administradores de Fincas introducen esta nueva tecnología para mejorar la eficiencia de la gestión de sus comunidades y reducir el tiempo dedicado a tareas repetitivas que son automatizadas. La IA incluso puede encargarse de programar labores y asignar recursos en función de la disponibilidad y la carga de trabajo del profesional. Riesgo de ciberataque a sus instalaciones, robo de información, alteración reputacional y desvío de fondos propios o de terceros.
Desafíos y riesgos del uso de la Inteligencia Artificial en las Comunidades de Propietarios.
El potencial de la Inteligencia Artificial en la vida de los habitantes en Comunidades de Propietarios se traduce en una mayor comodidad, por eso resulta fácil de introducir. Pero reiteramos que su uso presenta desafíos de “muchas puertas abiertas” por donde tienen que acceder los propietarios y proveedores. También se debe prestar atención la privacidad de los datos y la fiabilidad de los algoritmos usados por las aplicaciones con las que trabaja. Estos riesgos deben ser conocidos y abordados para garantizar una gestión segura, eficiente y efectiva de cada comunidad. Lo peor no es que un delincuente robe los ordenadores, sino la información contenida en los mismos, en la red propia o en el servidor de la nube.
Por este motivo, es necesario que el profesional encargado de la gestión de la Comunidad de Propietarios, como el Administrador de Fincas y su representante legal, el presidente de la comunidad, estén capacitados y formados en el uso de tecnologías basadas en Inteligencia Artificial, así podrán aprovechar al máximo sus beneficios.
Estamos aprendiendo todo lo que la IA puede hacer, sin olvidar que no puede reemplazar completamente el trabajo humano y la toma de decisiones “cara a cara”. Y es que posibles fallos técnicos o errores en el procesamiento de datos, influyen en que la Inteligencia Artificial tome determinaciones incorrectas o inapropiadas. Por lo tanto, es importante que las resoluciones finales sean tomadas por un profesional capacitado y experimentado para evaluar la información de manera crítica.
Sin duda, la inteligencia artificial es una herramienta tan útil como lo fue el automóvil de combustión y puede que lo sea el eléctrico. De momento es necesaria la intervención humana supervisora que garantice una gestión de calidad.
Por otra parte, los sistemas de IA, presentan fallos técnicos difíciles de resolver por lo que resulta imprescindible que, tanto el administrado como la comunidad cuenten con un plan de contingencia para minimizar su impacto. La solución podría aportarla un seguro de ciberriesgo bien diseñado en cuanto a coberturas, limitaciones o delimitaciones.
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