
Nadie empieza el día pensando que tendrá un accidente, que se producirá una avería en casa o una incidencia que arruine sus vacaciones. Pero estas cosas pasan, y cuando ocurren, lo último que queremos es darnos cuenta de que nuestro seguro no da la talla. Muchas veces, por falta de información, por ser receptivo a la publicidad o simplemente por no ser capaz de decir no a la presión bancaria, se cometen errores al contratar un seguro que, con el paso del tiempo, pueden salir demasiado caros. Coberturas insuficientes, cláusulas limitativas que pasan desapercibidas o condiciones no adecuadas al riesgo que se pretendía asegurar.
Contratar un seguro es algo más que rellenar un formulario, responder a unas preguntas por teléfono y pagar una prima anual. Recuerda que compras expectativas, no algo que puedes tocar. Implica entender qué necesitas proteger, cómo quieres hacerlo y qué condiciones son las que realmente se adaptan a tu situación, personal o familiar. Por eso, reflexionar y buscar ayuda profesional te ahorrará disgustos en el futuro.
Elegir un seguro solo por el precio, sin leer detenidamente las coberturas, no tener una persona experta (los primos no sirven) a quien preguntar lo que no entendemos, o pensar que todas las compañías de seguros ofrecen los mismos productos aseguradores son los errores más habituales al contratar un seguro. Actualmente también recurrir a la IA genera errores de bulto.
La buena noticia es que evitarlos es mucho más sencillo de lo que pudiera parecer. En este artículo te contamos cómo te puedes garantizar que tomas una decisión informada y acertada desde el principio. Porque estar asegurado no es lo mismo que sentirse seguro.
Fijarse solo en el precio al contratar un seguro
Es comprensible querer ahorrar al contratar un seguro, pero dejarse llevar únicamente por el precio más bajo seguramente resultará una muy mala decisión. Un seguro barato suele implicar coberturas mínimas, franquicias elevadas o carencia de servicios.
A veces, por muy poca diferencia de precio, puedes acceder a una póliza mucho más completa, pero eso lo saben los expertos, salvo que previamente hagas un máster sectorial.
Consejo: antes de decidirte, consulta qué incluye (y sobre todo lo qué no) cada seguro. No es más importante pagar menos, sino estar correctamente protegido.
No leer con atención las condiciones de la póliza al contratar un seguro
Solemos firmar documentos sin leerlos y las pólizas también. Comprender las condiciones generales y particulares ayuda a centrar las expectativas. En general solamente se lee un resumen literal, pero se dejan a un lado los detalles que marcan la diferencia.
El problema es que en esos “detalles” pueden esconderse exclusiones, límites de cobertura o requisitos que solo se descubren cuando ya es demasiado tarde. Por eso, es fundamental tomarse el tiempo necesario para revisar el contrato de seguro, y si hay algo que no se entiende, pedir aclaraciones antes de transcurrir los treinta días desde su contratación.
Consejo: es un argot especial. Lee con calma y si hay algo que no entiendes, pregunta. Es tu derecho y tu responsabilidad.
No tener en cuenta las exclusiones al contratar un seguro
¿Sabías que muchos seguros de hogar no cubren daños por viento si no superan cierta velocidad? ¿O que algunos seguros de salud excluyen ciertas enfermedades preexistentes?
Las exclusiones son todas aquellas situaciones que la compañía de seguros no quiere cubrir y las destaca siempre en negrita. Préstales mucha atención. De nada sirve pagar un seguro pensando que estás protegido, si justo lo que te sucede entra dentro de las exclusiones.
Consejo: repasa siempre las exclusiones con detenimiento y asegúrate de que el seguro cubre lo que realmente necesitas.
No declarar correctamente los bienes o calcular mal su valor
Esto sucede mucho en aquellos seguros denominados “masa” como los de hogar, comercio y pequeños negocios. Se tiende a hacer estimaciones “a ojo” del valor de los bienes asegurados, o directamente se omiten objetos de valor por pensar que así se pagará menos.
El problema es que, si en caso de siniestro los valores declarados no coinciden con su valor real, la aseguradora puede reducir las indemnizaciones aplicando la regla proporcional, o no cubrir ciertos objetos porque no están declarados y la póliza lo requería.
Consejo clave: haz un inventario realista por cada estancia, calcula bien el valor de lo que te costaría reponer tus bienes y actualiza estos datos cada tres años o cuando adquieras algo relevante.
No prestar atención a los períodos de carencia
Algunos seguros, especialmente los de salud o decesos, establecen períodos de carencia. Desconocer este aspecto puede llevar a situaciones frustrantes, como necesitar un servicio que aún no está activo.
Consejo: pregunta si existen carencias, qué servicios afectan y durante cuánto tiempo.
No valorar la calidad del servicio de asistencia al contratar un seguro
En muchos casos, lo más importante de un seguro no es la indemnización económica, sino la rapidez y eficacia con la que se recibe ayuda. Por eso, es esencial comprobar no solo que la aseguradora ofrezca un buen servicio de asistencia, sino también que cuenta con una red amplia, propia a ser posible, y de calidad.
¿El seguro tiene profesionales disponibles en tu zona? ¿Tardan mucho en acudir a una urgencia? ¿Cómo es su valoración en atención al cliente? Estos factores marcan una gran diferencia, especialmente cuando ocurre un imprevisto.
Consejo: consulta opiniones, pregunta al mediador experto por tiempos de respuesta, nadie es perfecto, pero puedes mejorar te experiencia.
No contratar coberturas adicionales cuando se necesitan
Hay veces en las que la cobertura básica es insuficiente. Por ejemplo, un seguro de coche sin asistencia en carretera, o un seguro de salud sin pruebas diagnósticas importantes.
Estas coberturas extra suponen un pequeño aumento en la prima, sí. Pero también una gran diferencia en cuanto a la protección. Adaptar el seguro a tu estilo de vida, tus hábitos, o incluso a la zona donde vives (si es una zona con riesgo de lluvias torrenciales, por ejemplo) es fundamental.
Consejo: pide siempre asesoramiento y evalúa si necesitas ampliar coberturas. Mejor prevenir que lamentar.
Contratar una póliza sin comparar con otras opciones
Otro error muy habitual es contratar el primer seguro que te ofrecen sin escuchar otras alternativas, especialmente cuando te ofrecen una sola opción. Por comodidad, o porque se confía en una entidad concreta… pero lo cierto es que el mercado asegurador es amplio y competitivo.
Consejo: Infórmate y asesórate. Marcará la diferencia entre una buena elección y una mala experiencia en el momento del siniestro.
No contar con el asesoramiento de una correduría de seguros
El error más frecuente, y al mismo tiempo el más fácil de resolver, es no contar con el asesoramiento de una correduría de seguros a la hora de contratar un seguro. Muchas personas siguen pensando que los seguros solo se pueden contratar directamente con una compañía o a través del banco, la gasolinera, la empresa de telefonía u otros “caza comisiones”. Desconociendo que existe una figura clave, profesional y experta, que ayuda en todo el proceso de contratación sin que el precio del seguro se incremente: el corredor o correduría de seguros.
¿Qué hace exactamente un corredor de seguros?
Un corredor de seguros no está vinculado a ninguna aseguradora. Esto significa que trabaja de forma totalmente independiente y objetiva, analizando las diferentes ofertas del mercado para encontrar la opción que mejor encaje contigo. No busca colocarte la póliza de una empresa determinada, sino ayudarte a diseñar aquello que realmente se adapta a tus necesidades, perfil y presupuesto:
- Te asesora antes de contratar, analizando qué coberturas necesitas y de cuáles puedes prescindir.
- Te explica en lenguaje claro lo que muchas veces viene redactado con tecnicismos en la póliza.
- Te acompaña en la gestión de siniestros, ayudándote a tramitarlos y asegurándose de que la compañía responda como debe.
- Revisa anualmente tus seguros, para mantener su plena efectividad, e incluso renegocia condiciones si lo necesitas.
- Defiende tus intereses si surge un conflicto con la aseguradora.
¿Y cuánto cuesta?
Su valor es muy alto, pero su coste para ti está asumido por las compañías. El servicio de una correduría seguros es completamente gratuito para el cliente. Su remuneración la realiza directamente la aseguradora, con la salvedad de que no tienen compromiso con una sola compañía, sino que comparan entre todas las ofertas del mercado asegurador.
De este modo podrás acceder a precios competitivos, coberturas más ajustadas y, sobre todo, a una atención mucho más personalizada. Y si en algún momento tienes que hacer uso del seguro, contarás con el respaldo de alguien que va a velar por tus intereses, no por los de la aseguradora.
En un entorno como el actual, donde cada vez hay más presión comercial, más ofertas, más letra pequeña y más canales de contratación, tener a tu lado a un experto imparcial es una enorme ventaja. No solo ahorrarás tiempo, también evitarás caer en errores inesperados.
En la Correduría de Seguros José Silva estudiamos tus necesidades específicas y te acompañamos desde el primer momento, con transparencia y cercanía. Ya sea para revisar una póliza, contratar un nuevo seguro o resolver cualquier duda, estamos aquí para ayudarte.
Ponte en contacto con nosotros: hacemos fácil lo complejo.
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